Los primeros terapeutas bioenergéticos también utilizaban técnicas de respiración, ejercicios bioenergéticos y técnicas de masaje cuya finalidad era reinstaurar el flujo energético del cuerpo equilibrando los Chakras o centros de energía corporales. Podemos entonces entender la gran conexión que existe entre la bioenergética y las técnicas orientales tales como la Medicina Tradicional China o la Medicina Tradicional Hindú (Ayúrveda), cuyo último objetivo es precisamente ése, devolver al individuo su flujo de energía natural para recuperar de esa manera la salud que se había perdido al quedar obstruida la energía en determinados puntos de nuestro cuerpo; y la energía se puede bloquear por genética, influencia del ambiente (contaminantes, ondas, etc.), experiencias, pensamientos, creencias y, en definitiva, por la manera particular que cada uno tenemos de ver el mundo.

Reich había observado que el flujo de la energía vital se obstaculiza en siete zonas del cuerpo, a saber: ocular, oral, cervical, torácica, diafragmática, abdominal y pélvica; que corresponden muy aproximadamente a las zonas corporales donde se encuentran los siete chakras mayores o principales a lo largo de la columna vertebral.
En definitiva se emplean los ejercicios bioenergéticos para ver y quitar las tensiones del cuerpo, aumentar la energía del mismo y, así, promover el buen funcionamiento de todas las funciones del organismo humano: físicas, emocionales, intelectuales y trascendentales.

La mayor parte de las tensiones y asimetrías del cuerpo se originan en problemas psicológicos de la infancia y de la adolescencia que no han sido resueltos satisfactoriamente.
Muchos terapeutas utilizamos todo lo que hemos aprendido de nuestros maestros y de nuestra propia experiencia y formamos una especia de cóctel donde el fin último es servir de ayuda a alguien que sufre, proporcionándole las herramientas y conocimientos necesarios para que sea más sabio, tenga un conocimiento mayor sobre las situaciones, sobre sus sentimientos y los de los demás, cambie aquello que no le funciona por recursos más útiles para su vida actual, y en definitiva, para que sea más libre.

Debemos mimar tanto el cuerpo como la mente, podemos plantearnos vivir la gran aventura que supone conocerse a sí mismo, observar, aprender con el fin de cambiar aquello que no nos sirve y potenciar aquello con lo que hemos sido dotados.